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viernes, 20 de mayo de 2011

Flor del 20 de mayo: María Corredentora


San Bernardino de Siena

Meditación: Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre. Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos, porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada, si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.

Oración: ¡Oh María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú, para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Quinto Misterio
EL NINO JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO

Contemplación
Jesús tiene ya doce años. María y José lo acompañan a Jerusalén para la oración ritual. Inesperadamente, se oculta a sus ojos, tan vigilantes y amorosos. Gran preocupación y una búsqueda que se prolonga en vano durante tres días. A la pena sucede la alegría de encontrarlo precisamente en los atrios que rodean el templo. Hablaba con los doctores de la Ley. San Lucas lo presenta con palabras expresivas y con precisión muy cuidada. Lo encontraron, dice, sentado en medio de los doctores «escuchando y preguntándoles». Un encuentro con los doctores importaba entonces mucho, lo encerraba todo: conocimiento, sabiduría, normas de vida práctica, a la luz del Antiguo Testamento.

Reflexión
El deber de la inteligencia humana es el mismo en todo tiempo: recoger la sabiduría del pasado, transmitir la buena doctrina, hacer avanzar, con firmeza y humildad, la investigación científica. Nosotros morimos uno tras otro. Vamos a Dios. La humanidad, en cambio, mira al porvenir.
Cristo no está jamás ausente, ni del conocimiento sobrenatural, ni en el ámbito del natural. Está siempre en el juego, en su puesto. «Uno solo es vuestro maestro, Cristo».

Intención
Ésta, que es la quinta decena, última de los misterios gozosos, reservémosla, con una intención especialísima, a favor de todos aquellos que han sido llamados por Dios -por su capacidad natural, por circunstancias de la vida, por voluntad de sus superiores- al servicio de la verdad: en la investigación o la enseñanza, difundiendo el saber antiguo a las técnicas nuevas, mediante libros o técnicas audiovisuales. Todos ellos están llamados a imitar a Jesucristo: los intelectuales, profesores, periodistas. Todos, especialmente los periodistas a quienes incumbe diariamente la tarea peculiarísima de hacer honor a la verdad, deben transmitirla con religiosa escrupulosidad, con agudo buen sentido, sin distorsionarla ni contrahacerla con fantasías.
Sí, sí, recemos por todos ellos: recemos por ellos, sean sacerdotes o seglares; para que sepan escuchar la verdad; y cuánta pureza de corazón se necesita para que sepan comprenderla; y cuánta humildad íntima de pensamiento es necesaria para que sepan defenderla, ya que entonces se hace inevitable la obediencia, que fue la fuerza de Jesús, y es la fuerza de los santos. Sólo la obediencia obtiene la paz, es decir, la victoria.

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre, que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo, Jesús, como Ella lo hizo.

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